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Los habitantes de Xicalango
fueron trasladados a Jonuta, una población chontal en las márgenes del río
Usumacinta que para entonces (1579) ya había visto pasar sus años de esplendor,
pero era visto por los españoles como un sitio seguro y estratégico para el
comercio entre la costa y el interior.
En efecto, del siglo VIII al
XIII, Jonuta había sido un importante centro manufacturero de cerámica, la gran
calidad de sus productos (vasos, cajetes, platos y figurillas de barro) había
alentado su exportación a toda la región maya e incluso a los lugares más
distantes de Mesoamérica.